Se trata de Jean Grenier, un niño francés de aquella Europa antigua entre creencias de fuerzas mágicas y brujería, donde la muerte era el castigo y solución para todo lo que pareciera magnífico o inimaginable, como el caso de brujas o hechiceros.
Corría el año 1604 D.C., cuando Jean Grenier decidió dar un paseo por el bosque para distraerse un rato, sin embargo, lejos de divertirse, consiguió el gran tormento de su vida al toparse con un misterioso hombre que aprovechando la inocencia de aquel infante, le ofreció una supuesta piel de lobo mágica, con poderes de inmortalidad y mucho más.
Sin embargo las habilidades no lo eran todo, ya que una gran maldición caería sobre el pequeño, que cada vez que se veía bajo el efecto de la piel, se convertía en lobo real y devoraba cuanto sevivo pasaba por su camino, así durante tres años, los mismos que vagó por el bosque atormentado por no poder controlar el hecho y estar bajo el efecto de aquel hechizo.
Esto hasta que atacó a un niño campesino, acto tras el que decidió entregarse a la ley y contar el relato, el mismo que no le creyeron jamás, al menos no hasta que la propia hija del gobernador observó a Jean Grenier convertirse en hombre lobo bajo el efecto de la piel.
Como castigo (y alivio para él), fue decapitado y con esto, acabó su vida, luego de 4 años internado y muchos intentos de desahogo ante la ley.